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lunes, 25 de febrero de 2013

lunes, 25 de febrero de 2013

Querida Shizuru, by Kaon-Sama - FINAL


4ta PARTE - FINAL

Volvía a encontrarse como al principio, de nuevo estaba en esa situación por la que había entrado al ejercito, era un guerrero, entre la sangre y el filo de las espadas, entre la furia de miles de hombres peleando por su país, por sus ideales, unos de conservar y otros de cambiar.

Lo sucedido en Fuuka ya parecía muy lejano, tan distante, y no porque así lo quisiera sino porque era lo que más le convenía. El guardar esos sentimientos y rememorarlos en su interior solo le valdría la muerte en medio de esa batalla, era una distracción que no podía permitirse.

Podían llamarla masoquista, pues el sentir esos golpes la revivía, gozaba al estar en medio de esa batalla, y no por su país, que debía ser lo más importante sino por desquitar las ansias que sentía en su interior, porque cada golpe que recibía le hacía recordar su propósito inicial y mataba de a poco los recuerdos de Shizuru.

Desde un kilómetro antes de llegar a la ciudad pudieron ver los primeros destrozos que esa guerra había causado. Llegaron a un punto donde podían distinguir el sendero a causa de los fragmentos de armas y carretas y los cuerpos inertes de soldados y caballos.

Casi como si los siguieran, unas nubes negras cargadas de lluvia comenzaron a avanzar hacia la ciudad, una tormenta se aproximaba.

La lucha se desencadeno con su llegada y la de la primera gota de lluvia, pues en cuanto arribaron los últimos soldados, los rebeldes decidieron comenzar su ataque; tal vez por temor al pensar que podría acrecentarse más el numero de enemigos mientras más prolongaran la batalla o tal vez porque también estaban sedientos de cumplir su propósito.

Podía ver a Takeda y al resto de sus compañeros pelear a su alrededor y sentir la victoria cercana al ver que el enemigo sufría cada vez más bajas. Entonces reafirmaba la razón por la que los llamaban el mejor batallón.

-No es emocionante?- Takeda se acerco a la sargento, poniendo espalda con espalda como acostumbraban hacer cada vez que veían que la situación se tornaba complicada.

-concéntrate- hablo mientras arrojaba un pequeño cuchillo hacia un hombre que estaba a punto de atacar a su distraído amigo- porque siempre tengo que cuidarte las espaldas?- pregunto sonriendo.

-ese era el trato compañero- dijo mientras se agachaba y con su espada golpeaba en las piernas a un hombre que atacaría la espalda de Yuki.

Se quedaron espalda con espalda por unos segundos, alertas a un nuevo ataque pero ya no parecía haber más peligro.

-avancen!- se escucho la voz del general señalando en dirección al palacio, donde se supone debía de encontrarse el emperador.

-vamos- lo llamo Takeda mientras se adelantaba, dejando atrás a Yuki que se acomodaba el casco.

El viento soplo fuerte y el olor a pólvora llego hasta los poros de su nariz, casi imperceptible por el olor de la tierra mojada y el penetrante aroma de la sangre. Viro la vista al frente, algo se movió entre las casas destruidas, un chasquido y luego una chispa.

-NO! RETROCEDAN!- su grito fue escuchado por todos, la mayoría se percato de la advertencia y retrocedieron de inmediato alertando también al resto.

Solo unos segundos después sus oídos fueron invadidos por el estruendo causado por las detonaciones provocadas por los explosivos enterrados bajo el suelo que pisaban momentos antes.

Los que estaban más cerca fueron arrojados a unos metros por la fuerza de las explosiones. La mayoría fue bañada por el polvo y los escombros de las casas alcanzadas por la explosión.

-Takeda!- pudo ver como su amigo era cubierto por los escombros antes de ser alcanzada ella misma.

La fuerza del impacto la hizo tambalearse y caer siendo arrastrada unos metros hacia atrás. El estruendo la aturdió momentáneamente y solo pudo escuchar pasos y gritos distantes, como si se alejara del lugar poco a poco.

-Sargento- escucho a lo lejos- Sargento levántese!- se trataba del general Kanzaki que le tendía la mano.

La tomo permitiéndole que le ayudara a ponerse de pie y percatándose que en el alboroto había perdido su casco. Lo encontró a escasos metros.

Esperaron de pie mientras el humo y el polvo se disipaban, gracias a la lluvia esto no tardo en demasía y pudo ver al resto de sus compañeros, unos de pie, ayudando a otros que se encontraban aun en el piso cubiertos de polvo, cenizas y sangre.

Avanzo buscando a su compañero con paso sigiloso, esperando no ser sorprendida por un nuevo ataque. Llegó hasta el frente de pudo observarlo tendido sobre el fango que se combinaba ya con su sangre.

-¡Takeda! ¿Estás bien?- Se arrodilló su lado percatándose de que sus ojos estaban abiertos, aún estaba vivo pero se encontraba en shock.

No estaba malherido, sólo tenía algunos rasguños en el rostro y una herida que parecía profunda en la pierna.

Como pudo lo ayudó a ponerse de pie y rasgo parte de la tela de su uniforme para improvisar un torniquete y lograr que la herida dejara de sangrar.

Sin darle tiempo de hacer mas, una nueva explosión se dejo sentir, pero fue más lejana, aun así sintió la fuerza golpearle de frente en el pecho. Estaban agotando su arsenal esperando aminorar las fuerzas de la tropa, pero pronto el resto de los soldados de los otros capitanes se les unieron, ya estaban en ventaja suficiente.

Aún después de esto Takeda parecía estar en otro mundo, tenía los ojos desenfocados y su rostro se mantenía en una mueca casi de terror. Le pareció extraño, después de todo no era la primera vez que se encontraban al borde de la muerte, ni mucho menos la peor de todas ellas.

-¿Qué demonios te pasa? ¡Reacciona!- comenzaba a hartarle, ya era demasiado sopor.

-Es solo que…- el joven intentaba desviar la mirada, parecía debatirse de pronto entre muchos sentimientos y su rostro se puso rojo – Tu…armadura.

Cuando fijo la vista en el punto que su compañero señalaba se dio cuenta de su más grande error. La parte de arriba del DO de su armadura se había desgastado y roto finalmente por la última explosión, al igual que parte de las ropas y vendas bajo este, dejando ver aquello que mas la delataba de su condición femenina.

Se puso de pie de inmediato e hizo un esfuerzo por cambiarlo de posición y cubrirse, sin embargo ya la había descubierto, su crimen ya había sido desvelado.

-Takeda yo…

-Está bien, no digas nada. Concéntrate en la batalla.

El chico también se puso de pie, se veía seguro y solo sonrió y le tendió la mano, en señal de cerrar ese trato de confidencialidad no expresado pero implícito en la situación.

Los hombres del segundo batallón arribaron por la parte contraria que ellos, logrando así menguar los ataques de las bombas que venían desde el palacio y dándoles la oportunidad de entrar en él y poder cumplir con su último cometido.

Una nueva oleada pero menos fuerte los ataco, al frente solo quedaron Yuki y Takeda.

-VAMOS!- El General Kanzaki paso a su lado haciendo seña de que lo siguieran.

Dentro del palacio la tarea fue más fácil, o eso pensaron cuando nadie les puso obstáculos hasta llegar a la sala del emperador.

No fue un ataque, ni una bomba, ni siquiera un arma apuntándoles, fueron las personas que encontraron ahí quienes les sorprendieron en cuanto cruzaron las puertas del salón.

-Vaya, al fin se dignan en aparecer.

Las personas que menos esperaban ver en ese lugar, un hombre de edad avanzada y una joven, acompañados de varios hombres más, rodeando al emperador.

Ninguno de los oficiales del ejército imperial pudo articular palabra alguna, nadie lo esperaba.

-Lo esperábamos más temprano, General Kanzaki – Habló Hero Fujino mientras el resto de los hombres reía y la joven Shizuru mantenía la vista en el piso.

-Fue difícil con todos los obstáculos que nos puso, jefe Fujino.

El General pareció recobrar la compostura, y sonrió al jefe.

-No parece muy sorprendido.

-Sabia que algo tramaba, estaba bastante interesado en nuestras operaciones aunque al principio expreso que no quería problemas, además mis sospechas se confirmaron después de que usted apareció misteriosamente posterior al ataque a su residencia , no se sorprendió al verla en llamas, solo se inmuto al saber que su nieta estaba atrapada en el lugar. Pero ya lo sabía, sabia de los ataques previo a que ocurrieran, incluso se que usted les proporciono los mapas de los pasajes secretos y todos ellos eran para distraernos ¿No es así? Quería retenernos en la aldea hasta concretar su siguiente movimiento.

Lo primero que le vino a Natsuki a la mente fue preguntarse si Shizuru estaba consciente de aquello desde el principio, si sabía de los planes de su abuelo. Pero al recordar aquel rencor que le tenía al ejército imperial, no le quedo la menor duda de que esa mujer siempre supo de aquello y jamás se lo menciono… solo la había usado.

El hombre sonrió y aplaudió repetidas veces mientras el resto soltaban carcajadas.

-Sin embargo – Interrumpió la mofa de los rebeldes – Aun me pregunto ¿Por qué? Se lo que gana, pero, ¿Por qué nació el deseo de derrocar al emperador?

-Eso es bastante simple, capitán. Vera. Desde hace cientos de años la familia Fujino había tenido la herencia del imperio, somos allegados y tenemos sangre real. Sin embargo durante las guerrillas de hace 9 años, cuando mi hijo murió, esta herencia nos fue arrebatada, nos fue robado el imperio y quisieron congraciarnos con las tierras de Fuuka, pero para mí eso no fue suficiente ¿No lo cree? ¿Cree que podría conformarme con unas alejadas tierras a cambio de un vasto imperio? – el semblante del hombre se torno severo y la furia de sus ojos aumento - ¡Jamás! Desde que esta guerra inicio ha sido con el propósito de recuperar lo que por derecho le pertenece a mi familia. Estoy a un paso de lograrlo y le aseguro que ni usted ni sus hombres me lo van a arrebatar.

La señal fue dada, los rebeldes arremetieron contra los 3 oficiales, solo 3 contra 20 de ellos, aun así las fuerzas eran superiores, su nivel de batalla más alto y su forma de pelear mas disciplinada.

Yuki se encontraba cerca de Takeda, arremetiendo con la llama de la furia que aquellas nuevas declaraciones habían encendido en su interior. Se había arriesgado por esa mujer al grado de dejar de lado sus principios, incluso aceptando su propia muerte y ella le venía con eso.

Los rebeldes cayeron uno tras otro y el general se adelanto hasta quedar al lado de Hero y embistiendo contra él.

Estaba a punto de terminar, esa pesadilla estaba a punto de terminar, pero llego un nuevo clímax.

Al dar media vuelta para arremeter contra el siguiente se encontró vacilante ante el choque se su espada contra la de Shizuru y el verde contra el rojo de sus ojos.

Ella pareció impactarse de la misma forma, sin embargo solo fueron segundo, el siguiente choque de las espadas fue más certero, más serio, la pelea aumento de tono, las espadas chocaban, incluso el resto del mundo pareció desaparecer. Ninguna de las dos se enfoco en su alrededor, mucho menos en lo que pasaba en la pelea de Hero y el general.

La furia de Natsuki iba en aumento, se atrevía después de todo a enfrentarla, que falsa era esa mujer, que mentirosa. Sabía que había sido solo algo fugaz, algo efímero, sin embargo le había llegado hasta lo más profundo, le hizo experimentar sensaciones que jamás había vivido. Pero eran solo falacias y eso solo hacía que su furia en ese combate aumentara.

Sus rostros se encontraron cerca, planeaba acabar con esa batalla de una buena vez, pero…

-Perdóname, te amo…

Segundos, milésimas tal vez, fue lo que se necesito para cambiar el semblante de ambas y la decisión de Natsuki que solo pudo ver los ojos de la chica aguarse y una lagrima escapar de ellos antes de que su propia espada y ella misma cayeran al piso por ese último golpe.

La tenía a su merced, la ojiverde solo permaneció observando aquellos rubíes mientras Shizuru levantaba su espada, tomando vuelo para asestar el golpe final. Por alguna razón pudo sentir sinceras esas palabras, y por más bizarra que sonara la situación pensó que si era por la espada de esa mujer, estaba dispuesta a morir.

Agacho la mirada e incluso podría jurar que una sonrisa se formo en sus labios, pero el golpe nunca llego.

Cuando levanto la mirada se encontró con la vacilante chica, con ojos llorosos y la espada temblando entre sus manos, la cual pronto cayó al piso.

-¿Qué haces Shizuru?- se escucho la voz de Hero.

Al ver a su alrededor, Natsuki pudo ver que Takeda había sido sometido por los rebeldes al igual que el general. Solo ella faltaba, su muerte habría significado el término de aquella masacre, sin embargo Shizuru no parecía tener la intención de acabar con ello.

-No puedo hacerlo, yo no apoyo tu causa abuelo, no quiero el reconocimiento imperial…no así… no derramando la sangre de la persona que amo.

Los ojos de ambas se encontraron, en una mirada de ternura contrastante con la situación, pues con esa segunda declaración, no había más que dudar.

-¡Maldita sea! Pero que débil eres, sabía que debía acabar contigo el mismo día que me deshice de tus padres.

Las palabras le cayeron como balde de agua fría a la chica. Ahí estaba su abuelo, el hombre por el que tanta admiración sentía, confesándole que era culpable de la muerte de sus padres, de aquel acontecimiento que tanto había marcado su vida.

-Dijiste que habían sido asesinados por los guerrilleros, por culpa del ejecito.

-Tenía la esperanza de que albergaras el mismo odio que yo contra el imperio, para poder usarte en esta batalla. Veía un buen futuro en ti, pero me has demostrados que eres tan débil como mi hijo que nunca estuvo dispuesto a reclamar su lugar en el imperio.

-Todos estos años, me has mentido.

-Y ya no hace falta seguir mintiendo porque ya no te necesito.

El hombre arremetió contra la chica que se encontraba desarmada e indefensa, sin ánimo siquiera para querer pelear después de aquella confesión. Iba a matarla de no ser porque la ojiverde si estaba dispuesta a seguir peleando y en un rápido movimiento tomo su espada del piso y se interpuso en aquel ataque.

Esa determinación fue suficiente para que los otros dos oficiales recobraran fuerzas y comenzaran una nueva lucha.

Hero Fujino quedo desarmado al final, sin embargo Natsuki no pudo asestar el golpe terminante, no sabía si Shizuru aceptaría si lo hiciera. Pero él tenía otro plan, se vio acorralado, sus hombres estaban en el piso y los tres oficiales frente a él en posición de ataque, detrás de él solo estaba el balcón, ya no había escapatoria, no tenía a donde correr.

-No iré al calabozo, eso jamás.

Los 3 vieron su intención en sus ojos, sin embargo no pudieron hacer nada, dieron un par de pasos para evitarlo pero el hombre ya se había arrojado por el borde del balcón.

Takeda y Kanzaki fueron en auxilio del emperador mientras Natsuki avanzaba en dirección a Shizuru quien estaba de rodillas en el piso.

La chica solo soltó el llanto y se refugió en sus brazos.

-Todo termino – susurro la chica.

-Todo termino Shizuru – contesto abrazándola más fuerte.

En lo largo y ancho del imperio se anuncio el triunfo del ejército imperial y los soldados pudieron gozar de un merecido descanso. El ambiente fue de festejo por la victoria pero solemne en honor a los compañeros caídos.

El emperador perdono las acciones de Shizuru ya que había participado con engaños en esa batalla y se había arrepentido incluso antes de saber sobre aquel artificio.

En cuanto al batallón del capitán Kanzaki, quienes habían terminado con algunos heridos y nada de bajas, fueron condecorados y Natsuki y Takeda fueron ascendidos a capitanes. El ambiente eufórico se expandió por la ciudad imperial.

-Volveremos a casa! – brindo Takeda durante la celebración de esa noche y el resto brindo a la salud de tan buena noticia.

El joven no había mencionado nada sobre la condición de Natsuki y esta tampoco quiso iniciar esa conversación, confiaba en su discreción y no hacía falta volver a tocar el tema.

Después de lo sucedido en la sala imperial Natsuki no había vuelto a ver a Shizuru, quien se quedo en pláticas con el emperador sobre el futuro de Fuuka, suponía que ella se quedaría al mando de la aldea.

-¿Qué haces tan apartada de la fiesta?- era Takeda, que se había apartado de la multitud para hablarle en ese pequeño rincón donde se encontraba.

-Lamento mucho haberte metido en esto- explico, refiriéndose a aquel secreto con el que ahora cargaba su amigo.

-No te preocupes, te debo la vida, me has salvado de muchas y lo menos que puedo hacer es guardar el secreto y a decir verdad me alivia un poco – Comento observando el vacio, sin ver los ojos verdes, después emitió una risa nerviosa y se sonrojo – sucede que…comenzaba a sentirme extraño, creo que llegaste a gustarme y bueno…

Natsuki también se sonrojo, nunca pensó que su compañero tuviera tales sentimientos hacia ella.

-Takeda yo, yo no…

-Oh, no te preocupes, no digo esto esperando ser correspondido, solo necesitaba desahogar – Sonrió y se rasco la cabeza aun sonrojado – Además yo sé que tienes sentimientos hacia Fujino.

La chica se sonrojo aún más, aunque duro poco ya que la razón por la que estaba apartada era que se debatía entre confesarle su secreto a Shizuru o simplemente retirarse y volver a casa sin tomar más riesgos.

-No me digas que no piensas decirle – pregunto el joven al leer la expresión en el rostro de Natsuki.

-No estoy segura de querer arriesgarme.

-Ya llegaste tan lejos, y el sacrificio más importante no lo harás? Eso no es propio de un guerrero y menos del guerrero que yo conozco.

-Lo más importante para ambos siempre fue volver a casa a salvo, ¿Lo olvidas? Qué tal si se lo digo y ella me delata.

-No creo que eso pase, además, no se te ha ocurrido pensar que parte de la razón por la que terminaste en esta guerra fue por ella, para conocerla?

Muchas cosas le habían pasado por la mente, muchas opciones, pero jamás esa. Era cierto que mucho había corrido a su alrededor en los últimos días, que parecían como una eternidad.

-Piénsalo, yo debo irme, creo que te buscan.

Volvió la vista y la vio aparecer detrás de algunos escombros cercanos, vistiendo un kimono sencillo pero aun así se veía hermosa, iluminada por la tenue luz de la fogata hecha por los guerreros, sonriendo y haciéndole una señal de que fuera con ella.

La chica la tomo de la mano sin esperar conversación alguna y la arrastro por algunas calles hasta llegar al interior de una pequeña casa, que a simple vista parecía estar vacía. Estaba oscuro, anduvo a tientas hasta que entraron en una habitación con una cama modesta e iluminada por velas lo que por alguna razón le provoco nervios a Natsuki.

-Shizuru, esto…

No la dejo terminar, la besó de forma intensa, de manera que se borro cualquier cosa de su mente, pero cuando sintió las manos de la chica intentando remover su armadura se despego del beso de inmediato y la alejo bruscamente.

-Shi-Shizuru, etto…yo no puedo…yo no…yo- ¿Cómo decirlo? ¿Qué excusa poner cuando su cerebro y su corazón añoran el calor de esa mujer?

-¿Así que ahora soy poco para la Capitana?

-No yo no he dicho… ¿Cap…Capitana?

La chica sonrió ampliamente al poder expresar al fin lo que venía carcomiéndole la mente desde que la conoció.

-Tu disfraz puede funcionar para muchos pero yo ya he usado esa treta y se reconocerla.

-Pero como…

-Desde el enfrentamiento a las afueras de Fuuka, cuando te observe pude verlo, tus movimientos son suaves, al igual que tus manos – Tomo una de las largas y delgadas manos de Natsuki entre las suyas – Mis sospechas se confirmaron la segunda vez que te vi en los baños públicos, pude verte a pesar del vapor de la habitación.

Así que desde el primer momento la había descubierto sin embargo no dijo nada, no la delato e incluso…incluso…

-Pero tú…me permitiste cortejarte.

-Si

-Y nos besamos aquella vez en la colina y ahora.

-Así es.

-Dijiste que me amabas.

-¿A dónde quiere llegar con todo eso Capitana?

-Ambas somos mujeres, esto no está permitido.

-Creo que ha quedado claro que eso no me importa.

Se veía segura, segura como la primera vez que la beso, como el momento en que le declaro su amor y sabiendo que ambas eran mujeres.

-Te amo y el que seas mujer es más que perfecto para mi, jamás me imagine entregándome a un hombre – Le beso de forma suave – No voy a revelarle este secreto a nadie, prometo que lo protegeré con mi vida así como tú me has protegido…

-Natsuki – Dijo en un susurro, notándose en él todo el alivio que sentía de poder mostrarse como tal, como realmente era, después de casi un año de falsedades y que fuera con aquella mujer, no podía ser más perfecto. – Ese es mi verdadero nombre, Natsuki.

-Nat-su-ki – Silabeo y el nombre se escucho como el canto de un coro de ángeles viniendo de los labios de aquella hermosa mujer.

-También te amo, Shizuru.

El nuevo beso fue apasionado, desesperado incluso, libre tal vez porque ambas sentían conocerse, ambas se habían abierto su corazón y se sentían redimidas.

Las ropas cayeron poco a poco, siendo Shizuru la dirigente de aquel idilio en medio de esa pequeña habitación. El lecho era pequeño pero suficiente para la labor.

Cuando al fin cayo la ultima prenda, la joven castaña fue conmovida por aquel intenso sonrojo en las mejillas de la joven soldado. Esa timidez solo podía ser evidencia de una cosa.

Se acerco aun mas a ella, pasando sus manos alrededor de la estrecha cintura de Natsuki, pensando que jamás imagino que la guerrera fuera tan reservada en esas circunstancias, pero agradeciendo poder disfrutar sin restricciones de esa hermosa vista y ese suave tacto, sin embargo algo le hacía falta.

-Mírame – espeto a pocos centímetros del rostro de la chica que evitaba verla a los ojos.

Lentamente volvió la vista encontrándose con unos anhelantes rubíes observándola con ternura entremezclada con lujuria.

Se sintió segura, retirando las manos que cubrían su pecho decidió acariciar el rostro de la castaña cuyas mejillas se volvieron de inmediato del mismo color de sus ojos. El tacto era suave, delicado y tierno, contrario a las reacciones que pensó tendría la soldado, pero desde que la conoció le había demostrado que no era como todos.

Las manos de la castaña viajaron alrededor de ese cuerpo firme, fruto de los entrenamientos, cada musculo se sentía exquisito al tacto, cada roce era correspondido con un estremecimiento que le indicaba iba por buen camino hasta que su palma desembocó entre los muslos de la capitana. Fue cuando sintió su humedad de la chica, fue entonces que confirmo la condición de ambas, la condición femenina que las ataba y las condenaba al mismo tiempo. No quiso pensar en ello, no quiso pensar en lo que eso significaría al día siguiente, ninguna de las dos, solo se dejaron llevar por el momento y las caricias.

-Tócame - pidió Shizuru al oído de Natsuki, deseando sentir el tacto de aquella suave mano en su entrepierna de igual forma.

Demasiadas peticiones, pero sabia debía llevar el mando de la situación dado que su tímida amada no era capaz de ello presa de los propios sentimientos de verse totalmente vulnerable y expuesta.

Los movimientos fueron suaves y lentos sobre sus intimidades, pero suficientes para esa primera vez que no podrían haber imaginado mejor.

Llegaron juntas a un clímax intenso, recostándose la castaña sobre el cuerpo cansado de Natsuki, ambas fueron vencidas por el sueño en poco tiempo, esperando que el momento de las decisiones finales nunca llegara.

_______________________________________________________

Natsuki despertó en medio de la madrugada y no pudo seguir dormir, pensaba en su siguiente paso, en que haría cuando Shizuru despertara. Si bien había aceptado sus sentimientos no sabía cómo afrontar lo que venía y una nueva batalla se libraba en sus pensamientos, la decisión de volver a su pequeño pueblo al lado de su familia o quedarse en Fuuka.

Mas pronto de lo que hubiese deseado, la luna dio paso al sol cuya luz se coló sin preámbulos por la ventana, pasando el obstáculo que la pequeña cortina significaba, se afirmo intruso de aquel momento sublime, solo para profanarlo y ocasionar su fin con el despertar de la bella castaña que reposaba entre sus brazos.

Le dio un tierno beso en la frente, reafirmando lo pasado mientras ella se aferraba más a su cuerpo, ambas sabían lo que la llegada del amanecer significaba.

-¿Qué haremos ahora? – pregunto sin poder postergar un minuto más aquella decisión.

-¿Qué es lo que quieres hacer? – cuestiono la castaña.

-Solo quiero estar contigo.

-Entonces no hay más que hablar.

-Eh?

-Si es lo que quieres, entonces quédate conmigo - sus palabras eran seguras, no había cabida para dudas, en ninguna de las dos, era la respuesta a los cuestionamientos que había tenido toda la madrugada – nadie tiene porque saber de tu condición, y si es que se dan cuenta será pasado por alto porque eres el héroe de la ciudad, no tendríamos porque ocultar nada.

¿Quedarse en Fuuka? Definitivamente lo había pensado pero no creyó que la chica lo contemplara.

-¿Tu quieres que me quede?

-También quiero estar contigo, y si en Fuuka estamos a salvo de prejuicios entonces quiero que te quedes. La pregunta de verdad es si realmente tú quieres dejarlo todo por mí, por estar conmigo.

Había arriesgado tanto por volver con su familia, había peleado batallas, había retado al ejército mismo y todo aquello le conducía paradójicamente a aquella situación, a esa encrucijada en la que tenía que decidir entre volver o quedarse con el amor de su vida, con esa mujer que había conocido en medio de la guerra.

¿Realmente lo valía? Claro que sí, lo valía todo porque la aceptaba como era en realidad, con sus mentiras, la había hecho descubrirse de nuevo. No había más que pensar.

Solo se le ocurrió contestar una cosa, por toda respuesta.

-Te amo Shizuru.

-También te amo, mi Nat-su-ki.

Esa noche, con la guerra murió Yuki Kruger, naciendo así una nueva Natsuki, quien jamás volvió a su pequeño pueblo.

Su familia supo de ella solo unos meses después de terminada la guerra, pero no la buscaron por temor a delatar su posición y condición a sabiendas de que podrían ponerla en peligro. Kruger Kenji y su esposa Saeko se conformaron con saber que su única hija vivía, que era una heroína y que había encontrado su felicidad en medio de la guerra.

Takeda volvió a su aldea ese día, no sin antes despedirse de su "mejor amigo" Yuki, cuyo secreto guardaría por el resto de su vida, deseando así su felicidad al lado de la mujer que amaba.

Así sucedió igual con el resto de lo soldado sobrevivientes del escuadrón de Reito Kanzaki, quien después de sus victorias y ascenso fue elogiado y puesto al mando del ejército imperial.

El destino no volvió a unirlos, sin embargo supieron que estarían bien y vivirían felices en los caminos que habían elegido.

___________________________________________________________________
FIN

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas!!!

Ha estado bien la historia, estaba claro que Shizuru sabia la condicion de Natsuki, siempre ha sido muy observadora.

Gracias por escribir, lleva tiempo leiendo esta historia y pensaba que no la continuarian.

Alexsa dijo...

GENIAL!!!
Al fin, la verdad no me habia dado el tiempo para leerlo, pero al fin se me hizo y fue excelente :)

Muchas Gracias :D

tom-ash ketchum dijo...

Maravilloso final feliz.
Nunca me ha gustado que un fic termine, pero todo tiene un inicio y final.

Unknown dijo...

ahhhh~~~~~ me encanto esta historia

Anónimo dijo...

Genial solo eso podre scribir para q c necesita mas no creen

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